EDITORIAL
Quizás no muchos coincidamos, pero es muy
bueno poder respetar las opiniones ajenas, analizarlas, evaluarlas y rescatar,
aunque más no sea, una letra de lo escrito o escuchado y hacer esta idea...
nuestra. Si de repente, nos paráramos instantáneamente “en este preciso punto
del camino” y como con un dejo de nostalgia regaláramos una mirada sencilla
hacia nuestras espaldas, lo que veríamos es un largo sendero recorrido, bien,
mal, a los tropiezos, felices, tristes... y lo que notaríamos es ni más ni
menos que hemos avanzado... No creemos necesario analizar si se ha perdido,
ganado o empatado, lo que sí vemos es que “en este preciso punto del camino” no
hemos retrocedido.
Y con el Club de los Veinte pasa lo mismo, de
aquellos veinte locos lindos que armaban sus arcos con los buzos y los
pantalones largos (todos lo hemos hecho alguna vez) en el Parque de Mayo, para
después pasar a soldar seis caños y clavarlos en la tierra cosa que se pudieran
ir corriendo a medida que se sumaba gente al encuentro en el Sibechi, para
retornar a una cancha casi abandonada en el parque que los vio nacer, para que
“en este preciso punto del camino” estén nuevas caras, con un espíritu similar,
jugando sábado a sábado en la cancha que muchos, con perdón y connivencia del propietario
real, consideran suya...
Y ni que hablar del aspecto social, de
arteros asados “de solteros” en la casa de algún trasnochado espinel guitarrero
y cantor, cartas, pasos y quieros y ases pegados en la frente, pasando luego
por las reuniones familiares en alguna quinta en las afueras de la ciudad,
fulbeteando en cancha chica o chapaleando etílicas ganas en una pileta o
disfrutando de lagunas, asado y camaradería en salados lugares, para que “en
este preciso punto del camino” se esté pensando en un local de fiestas donde no
falte diversión, animación y familliaridad...
Y como broche de oro, la frutillita del
postre, el alma y espíritu escrito del club, nacidos en una hojita perdida,
plasmada por algún viejo doctor de la vida, seguramente ya usada de una de las
carillas, con pequeños decires de algún personaje o descripción animada del
cotejo jugado el sábado anterior, para transmutar en un Boletín con dibujos,
fotos, chistes, comentarios e historias, pasando por la pluma atrevida de
varios redactores, con el dolor de estar perdida esta fantasía por la dejadez, decidida,
falta de espíritu, o sólo, tal vez, por no deber superar el ciclo natural de
todas las cosas, para que “en este preciso punto del camino” se haya plasmado
un blog en un agiornamiento modernoso de las cosas y se esté alquimizando la
posibilidad de una revista que, ojalá, no sea sólo un deseo soplado en velitas
de cumpleaños, sino que sea “en este preciso punto del camino” en el que las
cosas renazcan y no desaparezcan...
Y así es, Amigos,... “en este preciso punto
del camino”... hemos avanzado!!
Yo, amigo te sigo leyendo, pero me parece que estamos un poco falto de quorum, y bueno, será así, con un blog sin leer, y una revista sin salír.
ResponderEliminarUn abrazo, Darío